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24 July 2012

UNO DE CADA TRES PACIENTES MAYORES DE 65 AÑOS TOMA DOS O MÁS MEDICAMENTOS

El proceso de envejecimiento hace que los medicamentos se comporten en los ancianos de manera diferente que en la población más joven. Este hecho, implica que se deben tener precauciones especiales para que los tratamientos farmacológicos sean seguros y eficaces.

Según el doctor Juan Macías, presidente de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) “el enfermo geriátrico puede padecer diversas enfermedades agudas y crónicas a la vez, y a menudo un mismo enfermo toma más de un medicamento. Cuando esto pasa, el riesgo de que se produzcan interacciones o reacciones adversas a los medicamentos aumenta. Por lo tanto, se debe ser cuidadoso en el seguimiento de estos pacientes para prevenir situaciones indeseables y establecer una serie de normas que faciliten la administración, seguimiento y cumplimiento de los tratamientos de manera que se consigan los objetivos de forma segura y eficaz”.

Los acontecimientos adversos producidos a consecuencia de las interacciones deben ser evitados adoptando algunas precauciones, e incluso optando por recurrir a otras alternativas terapéuticas con la misma indicación. En este sentido, “es preciso valorar si el riesgo potencial de la interacción supera los posibles beneficios clínicos de la asociación del uso de dos o más medicamentos”, aclara el doctor Macías.

Los cambios fisiológicos inherentes al envejecimiento se producen con distinta intensidad de un individuo a otro e incluso de un órgano a otro. “En la práctica no podemos utilizar por sistema una determinada posología sin considerar la situación fisiopatológica del paciente”, subraya el doctor Macías. Este escenario general ha propiciado la aparición de nuevos medicamentos con una eficacia similar sobre los tratamientos disponibles pero con un margen terapéutico más amplio, una posología simplificada, un mayor perfil de tolerancia y un riesgo menor de producir interacciones.

Incumplimiento de la prescripción

El incumplimiento de la prescripción es un hecho bien conocido, especialmente en las enfermedades crónicas, aunque sus consecuencias clínicas y socioeconómicas no suelen ser valoradas. Aunque afecta a todos los grupos de edad, en los pacientes ancianos se dan algunas circunstancias que agravan sus consecuencias. Entre ellas, el presidente de SEMEG destaca “el incumplimiento no intencionado debido a olvidos y confusiones en los regímenes de dosificación; el incumplimiento intencionado debido a una mayor frecuencia de efectos adversos; y por último, las dificultades económicas de los propios afectados que se refleja actualmente en el establecimiento del copago sanitario”.

Además, las consecuencias que se derivan del incumplimiento del régimen de dosificación dependen de las características del fármaco y del tipo de enfermedad, y pueden conducir a una pérdida de eficacia o un incremento de la toxicidad. “Los pacientes con enfermedad coronaria que interrumpen bruscamente el tratamiento con betabloqueantes pueden sufrir un fenómeno de rebote con aparición de arritmias cardiacas. El incumplimiento de los tratamientos antihipertensivos incrementa el riesgo de morbimortalidad cardiovascular y el de los inhibidores de la proteasa se asocia a un incremento de la resistencia y de los fracasos terapéuticos”, ejemplifica el geriatra.

Por último, la comunicación entre atención especializada y el médico de familia (atención primaria) debe ser constante y fluida a la hora de consensuar y racionalizar el tratamiento con el objetivo de evitar la sobremedicación, minimizar los efectos secundarios y las posibles interacciones medicamentosas.

Recomendaciones generales[1]

· Evite tener medicamentos que no tiene que tomar. Debe seguir exclusivamente el tratamiento indicado por su médico. En caso de que por síntomas menores se automedique, siempre deberá pedir consejo a su médico o farmacéutico, explicando todos los tratamientos que forman parte de su pauta terapéutica.

· Debe tener en cuenta que si se siguen tratamientos con productos naturales que no se consideran medicamentos, debe informar a su médico o farmacéutico, ya que estos productos pueden tener actividad farmacológica y por tanto pueden afectar a su tratamiento.

· Debe conocer los medicamentos que toma. Se recomienda disponer de un listado de todos los fármacos donde figure el nombre, el motivo por el cual se le administra, que dosis utiliza y con que frecuencia, cuando inició el tratamiento y hasta cuando lo debe seguir.

· Si los medicamentos no son administrados por una enfermera, debe conocer exactamente la técnica de administración. En el caso que tenga dudas pregunte al personal sanitario (médico, enfermera o farmacéutico), ya que el éxito del tratamiento puede estar comprometido por una mala técnica de administración.

· Se debe considerar el momento del día en que se toman los fármacos. Si no se le indica claramente cuando debe tomar los medicamentos, pregúntelo. Puede ser que no sea indiferente tomarlos por la mañana o por la noche, debido a que por ejemplo se busque que la acción farmacológica se produzca preferentemente en un momento determinado del día (ejemplo: medicamentos para el insomnio antes de ir a dormir) o bien lo contrario, porque precisamente se quiera evitar algún efecto indeseable (ejemplo: evitar la administración de los diuréticos a última hora de la tarde para evitar levantarse al lavabo durante la noche).

· Si conduce, manipula máquinas o utensilios de cocina, pregunte si el medicamento que le han prescrito le puede afectar el estado de alerta o habilidad manual.

· Cuando inicia o finaliza un tratamiento se debe estar especialmente alerta por si aparecen posibles efectos adversos o interacciones entre medicamentos.

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