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01 August 2011

Sistema nervioso y funciones de los micronutrientes



El sistema nervioso está constituido por el cerebro y la médula espinal (sistema nervioso central, SNC) por un lado y por el sistema nervioso periférico, que abarca todos los nervios procedentes del sistema nervioso central, por el otro. El sistema nervioso forma una red compuesta por varios miles de millones de células, las neuronas, que pueden estar unidas entre sí por apéndices (axonemas y dendritas).



Las células motoras reciben las señales de mando del cerebro y transmiten estas “órdenes” al órgano meta, el músculo, mientras que las células nerviosas sensoriales reciben estímulos procedentes del entorno (olor, sabor) y los transmiten al cerebro y la médula espinal. Doce pares craneales que parten de la base del cerebro y se dirigen a los músculos y los órganos sensoriales en la cabeza (p. ej., ojos, oídos, nariz y boca) forman parte del sistema nervioso periférico, que se divide a su vez en dos grupos: el sistema nervioso voluntario (también llamado motórico o somático), que regula todos los movimientos musculares voluntarios, y el sistema nervioso involuntario (también denominado vegetativo o autónomo), que regula, por medio de los nervios y las hormonas, distintas actividades corporales en las que la voluntad no participa, como son la presión sanguínea, la respiración, la regeneración de las células, los latidos del corazón, la digestión, la temperatura corporal o el metabolismo.



Los centros de control del sistema nervioso vegetativo se encuentran en los centros nerviosos que se extienden a lo largo de la columna vertebral, el intestino, la médula espinal y el cerebro. Allí es donde se encuentran almacenados los conocimientos necesarios para un funcionamiento perfecto del cuerpo. De hecho, son tres los sistemas nerviosos que forman el núcleo del sistema nervioso vegetativo y que a menudo se le equiparan: el sistema nervioso simpático, el parasimpático y el entérico.



Simplificando, se puede decir que los sistemas simpático y parasimpático son antitéticos: Mientras que el primero tiene una función activadora general (lucha y huida), el sistema parasimpático se centra en tranquilizar y regenerar el cuerpo. La mayor parte de los órganos internos (p. ej., el corazón, el sistema digestivo o el ojo) cuelgan así de dos cuerdas: por un lado el cuerpo pisa el acelerador, por el otro tira del freno. El sistema nervioso entérico es un sistema nervioso “autónomo”, pues, a diferencia de los sistemas simpático y parasimpático, no está unido al sistema nervioso central. Los nervios de este sistema desempeñan varias funciones, tales como coordinar los movimientos del intestino, regular el sistema inmunológico y regular la ingesta de líquidos y sólidos.

Especialmente las vitaminas del grupo B juegan un papel decisivo en la correcta función de los procesos en los nervios y el cerebro. La vitamina B1 es necesaria para poner energía (glucosa) a disposición de las neuronas y afecta al conducto de estímulos nerviosos. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) ha confirmado recientemente la necesidad de que los bebés y los niños de hasta tres años tomen suficiente vitamina B1 para garantizar una función y desarrollo neurológico normales. La vitamina B6 es imprescindible para el metabolismo de los aminoácidos y con ello también para la síntesis de los neurotransmisores dopamina, GABA y, especialmente, serotonina. Además, es necesaria para poner energía a disposición de las neuronas: solo con vitamina B6 se puede sintetizar suficiente glucosa procedente de proteínas e hidratos de carbono. Asimismo, la vitamina B6 contribuye a la formación de las grasas que envuelven las fibras nerviosas (axones) en forma de vainas de mielina. La vitamina B12 juega también un papel importante en la síntesis de las vainas de mielina y toma parte en la síntesis de ADN y con ello, en la división celular. La concentración de vitamina B12 influye sobre la eficacia del ácido fólico (vitamina B9), muy importante para el metabolismo de los componentes de la mielina y de los neurotransmisores. Al ácido fólico, al igual que a los ácidos grasos omega 3, se le atribuye una gran importancia en el desarrollo del sistema nervioso al principio de la vida.

Los minerales influyen también en los procesos del sistema nervioso: el calcio y el magnesio pueden modular la transmisión de la excitación de los nervios. El cinc y el selenio, oligoelementos con acción antioxidante, seguramente pueden reducir los efectos perniciosos sobre los nervios. Además, parece ser que la eficacia del neurotransmisor GABA depende también del cinc.



**Publicado en el Boletín Informativo NUTRI-FACTS( mes de agosto)

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