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10 January 2011

Un niño por aula padece hiperactividad


En opinión del Dr. José Luis Herranz, profesor titular de Pediatría de la Universidad de Cantabria y especialista en Neurología y en Neurofisiología Clínica, el diagnóstico de trastorno por déficit de atención (TDA) o de trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se está sobreestimando. Según recoge la revista del Colegio de Médicos de Cantabria en su último número, la incidencia real de TDA/TDAH es de 4-5%, es decir, de un niño por aula, y actualmente es uno de los motivos principales para llevar a cabo una valoración neuropediátrica, junto con las epilepsias, el retraso psicomotor y las cefaleas.
El TDA/TDAH predomina en varones y es la causa más frecuente de fracaso escolar y de desajuste social. El TDA y el TDAH son trastornos con probable base orgánica y con factores genéticos y ambientales asociados, que afectan a neurotransmisores y neuromoduladores, preferentemente dopamina y noradrenalina. Se manifiestan con hiperactividad, impulsividad, déficit de atención sostenida y, frecuentemente, con otros síntomas asociados.
La influencia genética es tan indudable como heterogénea, habiéndose identificado hasta ahora 84 genes cuyos polimorfismos se asocian con el riesgo de padecer TDAH, o con la evolución positiva o negativa del trastorno. El diagnóstico tiene como base la información facilitada por los padres y los profesores, la historia clínica detallada, el análisis de los ítems del cuestionario del trastorno por déficit de atención con hiperactividad del DSM-IV-TR, y la identificación de comorbilidad emocional -ansiedad-, conductual -actitudes oposicionistas y desafiantes-, trastornos de la relación social, etc. Lo que se complementa con una valoración psicopedagógica.
El diagnóstico diferencial se debe realizar con la inquietud habitual de los niños pequeños, con problemas en el entorno familiar o escolar, trastornos específicos del aprendizaje (dislexia), defectos sensoriales (hipoacusia, trastornos visuales), malnutrición crónica, efectos adversos de algunos fármacos, retraso mental, espectro autista, u otros trastornos psiquiátricos.
Los estudios complementarios deben ser excepcionales, solamente para realizar el diagnóstico diferencial en los casos dudosos. El electroencefalograma, los estudios neurorradiológicos, los potenciales evocados, u otros, no tienen ningún valor diagnóstico, pronóstico ni terapéutico en estos trastornos, y su realización suele traducir ignorancia por parte del médico, o un interés exclusivamente económico. Estos u otros estudios solo se justifican formando parte de ensayos prospectivos aprobados por Comités de Etica en Investigación Clínica.
El tratamiento del niño con TDA/TDAH es necesariamente multiprofesional, con la colaboración de la familia, los profesores, los psicólogos, el pedíatra y el neuropedíatra o el paidopsiquíatra. Los objetivos del tratamiento son reducir los síntomas del trastorno, mitigar o suprimir los síntomas asociados –ansiedad, depresión, trastorno de la conducta–, mejorar las consecuencias del trastorno –en aprendizajes escolares, lenguaje, escritura, actitud, relación social, etc– y educar al niño y a su entorno en esta problemática, mediante información exhaustiva oral y escrita.
Algunos niños mejoran paulatinamente cuando reciben apoyos psicopedagógicos en el Colegio y/o extraescolares y con técnicas de estudio, pero otros niños solo mejoran sensiblemente cuando reciben, además, un apoyo farmacológico. Actualmente se puede optar por metilfenidato o por atomoxetina, seleccionando el fármaco, el modo de presentación del mismo y la dosis tras considerar la sintomatología del trastorno y la comorbilidad, el horario escolar, la comida en casa o en el colegio, las actividades extraescolares, y otros factores.
En el estudio MTA, ya clásico, realizado en 579 niños, el tratamiento combinado psicopedagógico y farmacológico fue eficaz en 68%, el tratamiento farmacológico exclusivo en 56%, y el tratamiento psicopedagógico exclusivo solamente en 34% de niños. Evidentemente, el instaurar o no el tratamiento farmacológico debe decidirlo un neuropediatra o un paidopsiquíatra con experiencia en TDA/TDAH, modulando la dosis en función de la respuesta terapéutica y de la tolerabilidad, e intercalando vacaciones terapéuticas cuando lo estimen oportuno.

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